Máximas íntimas y Pensamientos desnudos
El lienzo del cielo se descuelga a través del ocaso del tiempo. La luz lo secciona como un bisturí y se pliega, dejando una cicatriz de ansiedad. Los vientos vibran, se agitan en una difuminada sombra, la lluvia se carga de culpa en un suelo de hojas caducas. La brisa del mar se conmueve en una delgada sonrisa y el día se agota por el esfuerzo, mientras la opacidad de la esperanza se rebela ante la osadía del hombre, insensibilizado por una sociedad carente de instintos.
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